Juan de Pineda
N. 1557, Sevilla, España; m. 27 enero 1637, Sevilla.
E. 1571, Montilla (Córdoba), España; o. 1581, probablemente Córdoba; ú.v. 6 enero 1592, Córdoba.
Fue alumno del colegio de Sevilla. En la Congregación de Jesús estudió teología en Córdoba (1577-1581), donde probablemente cursó antes el trienio anterior. Enseñó filosofía en Granda (1581-1584), latinidad en Cádiz (1584-1586), y artes y teología en San Hermenegildo (1586-1591) de Sevilla. En Córdoba inició su magisterio en la Sgda. Escritura (1591-1595), que continuó en Sevilla hasta 1600; dio un curso (1629) en el Colegio Imperial de Madrid. En estos años preparó la publicación de sus obras, ejerció la predicación y la labor del confesionario y tuvo a su cargo la gestión de diversos asuntos en la Corte. Asistió a la congregación de procuradores (1603) en Roma. Fue propósito de la casa profesa (1610-1614) y rector del colegio de San Hermenegildo (1622-1625).
Conocedor de las lenguas bíblicas, fruto de su docencia fueron sus Comentarios a Jon, reeditados con frecuencia (la última 1859). Mereció el elogio de sus contemporáneos y de sucesivas generaciones de exegetas, incluso protestantes. Joseph Knabenbauer, en su Commentarium in librum Job (1886), consideraba los de Juan «excelentes y llenos de admirable erudición». Juan publicó, además, una prelección al Cantar de los Cantares, su mayor parte en castellano (1602); un comentario de rebus Salomonis regis, y otro in Ecclesiastem. Editó (1603) un opúsculo fundamentado en textos bíblicos la doctrina de la Inmaculada Concepción de María. En las disputas concepcionistas que alteraron la ciudad de Sevilla contra los dominicos (1613-1617), alentó con sermones y opúsculos (impresos en esta ciudad entre 1615-1618 y, en Colonia, 1626, uno de sus panegíricos) la opinión inmaculista, con lo que contribuyó a la obtención del decreto favorable romano de 1617. En este año, predicó en la catedral el sermón de la fiesta de la Inmaculada en que el arzobispo, Pedro de Castro, el asistente conde de Salvatierra, y los cabildos eclesiásticos y civil de Sevilla hicieron el voto solemne de defender este privilegio mariano. La estatua de Juan es una de las cuatro que flanquean el monumento al «Triunfo de la Inmaculada» en Sevilla (1917).
Juan fue colaborador principal en el Index librorum prohibitorum, publicado por el Inquisidor General, cardenal Sandoval. En 1629, por comisión del cardenal Zapata, revisó las librerías y redactó el Novus Index, cuya edición cuidó en Sevilla. En 2627, fue nombrado por el arzobispo de Sevilla, Diego de Guzmán, miembro de la junta para la causa de canonización de Fernando III y, por si orden, redactó un memorial (reedición conmemorativa 1926) que entregó en Madrid, en propia mano, a Felipe IV, con la información del arzobispo y la petición de ambos cabildos hispalenses. El Rey envió de vuelta (1630) a Juan a Sevilla, con la remisoriales y despachos relativos a la causa. Procuró la dotación económica del colegio de Sn Hermenegildo. Su hermano Marco Antonio de Alfaro, jurado de Sevilla, y sus cuñados Isabel Dávila y Francisco Pérez Dávila, sobrinos del P. Alonso de Ávila, testaron en favor del colegio y fueron declarados fundadores (1612). Juan impulsó las obras de la iglesia del colegio, inaugurada en 1622. P murió paralítico en San Hermenegildo. El humanista Francisco Pacheco, que tenía un alto concepto de Juan como lo demuestran las frecuentes referencias a su persona en su Libro de la Pintura (Sevilla, 1649), escribió su elogio y pintó su retrato. La Universidad de Évora, en la que Juan fue recibido solemnemente, conmemoró su visita rotulando el muro con letras de oro: «Hic Pineta fuit».